
Te espero, no llegas.
Me asomo por tu ventana, no te veo.
Aguzo el oído, no te escucho.
Extiendo mi mano, no te encuentro.
Veo un fantasma, eres tú.
Hay sentimientos que nacen signados, nacen para morir. Viven un instante y se vuelve eternidad en quien los padece porque no hay alma que los acoja. Estos escritos son manifestaciones de un sentimiento que nació y quien lo inspira quizá nunca lo sabrá. Son frutos que maduran en un árbol y no alimentarán a nadie, simplemente se pudrirán.
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