
en eso me he convertido.
Tu dulce compañía,
que en amargo silencio,
atesoro en instantes intocables.
No te desamparo,
ni de noche ni de día.
Obsesivo sentimiento,
de toda hora tortura eterna.
Ni en la hora de la muerte,
mi muerte.
Así sea,
así es.
Hay sentimientos que nacen signados, nacen para morir. Viven un instante y se vuelve eternidad en quien los padece porque no hay alma que los acoja. Estos escritos son manifestaciones de un sentimiento que nació y quien lo inspira quizá nunca lo sabrá. Son frutos que maduran en un árbol y no alimentarán a nadie, simplemente se pudrirán.